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jueves, 22 de febrero de 2018

El Hijo de Saúl


Pareciera que el cine contemporáneo está regido por sobre todas las cosas por cuatro corrientes, que pueden entrelazarse o no; la clásica película hollywoodense, la propuesta diferente pero contada de la manera habitual, el cine de autor independiente que se arriesga contando la trama de manera diferente valiéndose de recursos como la fotografía, y las historias basadas en hechos reales. Hoy quiero escribirles sobre El Hijo de Saúl.

El Hijo de Saúl es una película húngara del año 2015 dirigida por László Nemes, y no hablaré de ella por los premios que ganó en su momento, sino por lo valioso de su propuesta y el contexto histórico tan doloroso que retrata, y la forma tan propositiva en que lo retrata, que no a todo el mundo puede gustar.

La película nos retrata como dentro del grupo de los Sonderkommando está el judío de origen húngaro Saúl Ausländer, quien se encarga junto con el resto del grupo de limpiar las cámaras de gases luego de que en ellos matan en masa a judíos traídos de los campos de concentración de otros lados, para cuando vuelvan con más camiones llenos de ellos, además de esparcir las cenizas de los cadáveres y otras tareas propias del campo de exterminio, entonces en una de esas encomiendas descubren que un joven a sobrevivido al genocida acto y Saúl mira como uno general nazi le quita la vida a este joven asfixiándolo con sus propias manos al taparle la boca, Saúl trastornado por semejante acto se ofrece a llevar al joven al "carnicero" para que haga lo que le corresponde, entonces Saúl le pide que por favor lo deje enterrarlo, hasta entonces por razones que no conocemos, el doctor le dice que no puede hacerlo y que sólo lo dejara verlo por la noche un rato antes de hacer la autopsia y mandar al cadáver a los hornos, entonces mientras vemos todo lo que Saúl ve y vive en el par de días próximos, vemos la lucha de Saúl y como hace todo lo posible, incluso arriesgar su vida y la causa de los suyos, por encontrar a un rabino y enterrar a su hijo.

La película tiene una peculiaridad que cabe resaltar por sobre todas las cosas, y esta es como prácticamente todo el tiempo nos narra la película en primera persona, o más que en primera persona, vemos en realidad el 90% de la película a Saúl, y sólo lo que este puede ver en primera persona, o al menos fijamente, como si fuéramos cubriéndole la espalda, porque en realidad toda la película se puede interpretar fácilmente por el hecho de ver lo que vive Saúl, aunque se vea sólo de fondo, es una película sobre el holocausto que no nos muestra el dolor de los que lo vivieron, pero que si lo podemos interpretar y sentir por los cuadros horrorosos que podemos apreciar en sombras e imágenes desenfocadas de lo que eran estas cámaras, hornos y campos donde ponían a trabajar a los que más tarde también tendrían como destino las mismas llamas. Es una película muy incómoda, al principio la verdad yo me sentía como asfixiado al sólo ver a Saúl y no poder ver lo que ocurría en este sitio, pero con el paso de la trama y como esta se va desarrollando uno comprende todo, y vemos como a pesar de que el tema de la matanza cae en segundo plano, pues realmente lo importante es la lucha de este hombre por enterrar a su hijo, uno entiende perfectamente que toda la historia era importante, por muy desesperante que esta sea.

Este recurso del director, como el hecho de filmarla en un formato más cuadrado y no en el formato clásico para hacer cine donde se ve todo panorámicamente, y la utilización sólo de luz natural, las largas secuencias le dan una credibilidad a la historia y hacen que uno empatice más con lo que puede deducir que está ocurriendo, un trabajo impecable en áreas técnicas como diseño de producción, vestuario, edición.

Al final la película da mucho que pensar, una película que en realidad duele, sin ser tan melosa o tratar de abusar de un tema muy abusado en el cual además siempre quieren dramatizar en demasía, retratando la historia más como una ficción que como una realidad, no busca hacernos sentir triste, busca hacernos sentir mal, Nemes nos muestra como se puede hacer una gran película sobre este acontecimiento tan horrible en la historia de la humanidad, sin caer en los abusos típicos, a pesar de los abusos en los que él cae y los huecos argumentales que pudiera tener la historia y que no nos revela jamás, como su relación con la mujer que le entrega la pólvora a Saúl y que después éste pierde para salvar a un falso rabino por el cual casi lo queman vivo en el bosque.

Un par de frases rondaron mi mente después de terminar de verla, una es donde su colega le dice que ha vendido a los vivos por un muerto, y como más adelante estando en las cámaras de gases justo antes de darse cuenta que a quien metieron antes de empezar a limpiar y buscar cosas en la ropa de los exterminados eran Sonderkommando de otro campo, uno de los suyos le dice que por su culpa los matarán y Saúl les dice: "Ya estamos muertos"

El final se puede interpretar como el hecho de que Saúl no llevaba a su hijo cargando, sino a la figura de este, por no poder haberlo hecho con su verdadero hijo, que seguramente ya hacía mucho tiempo que estaba muerto, que al final alcanzaría.






martes, 20 de febrero de 2018

A la francesa. (Estilo francés)


Estaba sentado en el mismo café de siempre, haciendo lo de siempre, tratando de darme mis aires de poeta, con lápiz en mano, escribiendo sobre una pequeña libreta que cabía perfecto en el bolsillo dentro de mi abrigo donde antes había una pequeña licorera color cromo que me había regalado mi ex pareja, con un café capuchino doble sin azúcar del que nunca me cansaré, ni de su aroma tan robusto.

Entonces ahí estaba yo, haciendo lo que casi siempre hago, trataba de escribir, las palabras no salían, así que estaba contando las hojas en la rama mas grande del árbol que estaba afuera del café, tenía todos los síntomas de estar deprimido como se podrán percatar, pero en realidad no lo estaba, o yo creía que no lo estaba, si hubiera estado en otro café probablemente lo estaría, pero estando en ese lugar, y con esa música no lo estaba, aunque si sentía una especie de vacío en mi ser, como si en realidad yo no estuviera sentado en ese lugar.

Minutos después de que mi atención de había desviado de las nubes y se había postrado en el tarro de azúcar de la barra donde las chicas del lugar te atendían, todas curiosamente de pelo corto y una edad muy similar, o al menos así lo aparentaba su piel tersa, entró una pareja mayor, no les presté mucha atención en un inicio, la música y mi libreta en la que hasta ese momento sólo garabateaba pensamientos sueltos que yo suponía después me llegarían a servir para algunos textos. Pasados algunos minutos y con una segunda taza de café busqué entre la gente algo de inspiración, para mi infortunio sólo dos mesas estaban ocupadas, las dos con un par de parejas, una de ellas era tan parca y gris como una oficina burocrática, la otra pareja, la que acababa de entrar fue la que llamó mi atención, más en particular, la mujer.

Hablaban en francés, ella no parecía francesa, parecía más mexicana, aunque jamás he sido prejuicioso en cuanto al aspecto de las personas y deducir su nacionalidad por su olor de piel, al fin de cuentas que saben los colores de nacionalidades. Ella se veía muy jovial, a pesar de la edad que aparentaba, muy amable, él si parecía francés, durante unos segundos él se levantó de su asiento y se dirigió al sanitario, ella se quedó sola y dirigió su mirada alrededor para encontrar elementos peculiares de esos que hacen encantador a un lugar como lo era esta cafetería, la misma mirada que yo hice la primera vez que estuve en este lugar. Y en esta búsqueda cruzamos una mirada, sólo una y no volvió a pasar. Supongo superaba los 40 años fácilmente, su mano llevaba una argolla de matrimonio, seguro sus hijos, si los tenía serían de mi edad, o al menos el mayor de ellos, y no sé porque me llamó tanto la atención, era atractiva, pero era una de esas bellezas simples, no llamativas, de esa belleza que puedes encontrar habitualmente cuando vas a un supermercado, pero había algo más en ella, una especie de aura la cubría que hacía que emanara una luz más radiante que la que nos cubre a todas las personas.

Su pareja volvió y siguieron hablando en francés. Hay personas con las que no hay necesidad de cruzar palabras para que te regalen un buen momento, sólo cruzamos una mirada, y para cuando la pareja salió del lugar minutos más tarde, ya había escrito esto.